La violencia en el fútbol no es algo nuevo. Ya he comentado
que en los aztecas asesinaban a los capitanes de los equipos de “fútbol” que
perdían. Y que durante la Edad Media el “fútbol” fue prohibido por la violencia
que desataba. Por lo tanto, los tiempos modernos no iban a escapar a esta
violencia. Lo único que ha cambiado es que esa violencia se ha organizado, se
le ha puesto nombre, se le han aplicado medidas represoras por parte de las
autoridades y se ha estudiado por los “expertos”.
El fenómeno de la violencia en el fútbol se conoce como
“hooligan”, teniendo el término su origen en Inglaterra, aunque no está
clarificado. Muchos apuntan a que derivan de un apellido, “Hooligan” o
“Houlihan”, asociado a un delincuente inglés del Southwark londinense llamado
Patrick Hooligan. Otros apuntan al mismo barrio londinense como foco del origen
del término hooligan, pero en este caso asociado a una familia irlandesa de
pésima reputación en dicho barrio y que también se apellidaban “Hooligan”.
También son otros los que afirman que el término tiene su origen en residentes
irlandeses en Londres, pero en este caso englobados en una banda callejera
denominada “Hooley”.
El primer episodio de “violencia hooligan” conocido dentro
del fútbol moderno se cita en el partido celebrado entre el Preston y el Aston
Villa, en 1885, a cuyo término llevó a los seguidores de ambos equipos a
enfrentarse armados con palos y diversos utensilios.
Sea cual fuese su origen y la fecha del primer episodio de
violencia hooligan, el término comienza a popularizarse a comienzo de la década
de los 60, aunque no vinculado exclusivamente al mundo del fútbol sino a una
parte de la juventud, para pasar a definir a los miembros de los grupos violentos
ligados a los campos de fútbol en la década de los 70.
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